José Ortega y Gasset |
Un aspecto clave del pensamiento de Ortega y Gasset, es que la sociedad se divide en minorías y masa. Esta visión es tremendamente aristocrática, sin embargo el filósofo nunca la ocultó, es más, opinaba sin ambagages de ningún tipo que “la sociedad humana es aristocrática siempre, quiera o no, por su esencia misma, hasta el punto de que es sociedad en la medida en que sea aristocrática (…)”. Tomando esta idea como punto de referencia, será posible comprender porque motivo a Ortega le aterrorizaba el hombre – masa.
Para el filósofo las minorías son aquellos grupos o personas especialmente cualificados, mientras que las masas no contarían con cualificación alguna. Esta diferenciación puede llevar a pensar que Ortega esté catalogando a los obreros no cualificados como masa, pero en absoluto es así. El filósofo, como si nos hubiera leído el pensamiento, se apresura a aclarar que no se es “masa” por pertenecer a una clase social determinada. De hecho, una sola persona puede ser “masa”, siempre que ésta no tenga criterios propios, ni inquietudes, o como dice Ortega “que se sienta como todo el mundo”.
Asimismo, el nacimiento de este sujeto se remonta al siglo XIX, aunque su consolidación se produce en el XX, debido sobre todo a la mejora del nivel de vida; a la ausencia de impedimentos; o al hecho de que las condiciones materiales para esta vida costarán menos de conseguir. Un fenómeno que sobre todo para el pueblo llano no había sido así, ya que, para las personas pertenecientes a él, la vida consistía en limitaciones y obligaciones. A raíz de ello, surge la figura del “niño mimado”, quien es incapaz de valorar, en su justo contexto, los hechos que han hecho posibles las mejoras antes mencionadas, mientras a su vez no encuentra traba alguna a la hora de expandir sus deseos vitales.
Se puede decir algo más del hombre – masa, como que el hombre de ciencia, que cayera en lo que Ortega denominaba “especialismo”, también podía serlo. O que al predominar el hombre – masa en la sociedad, sobre todo en los países mediterráneos, la política pasa a ser una improvisación, careciendo ésta de cualquier proyecto de futuro (esto, sin duda, nos sonará familiar). Por último, es destacable que el hombre – masa se veía a sí mismo como perfecto, sin necesidad de mejorar. Esa creencia es lo que le hacía eludir los aprendizajes porque creía no necesitarlos, así que tampoco buscaba argumentar sus razones, sino solamente imponer sus opiniones.
En cualquier caso, Ortega ya se cuidó mucho de advertirnos que lo relacionado con este concepto no debía entenderse solamente en un sentido político, pues la vida abarca mucho más. Llegados hasta aquí, ¿sería posible responder afirmativamente al título del artículo? Veamos. En nuestra sociedad es habitual apreciar pautas de comportamiento muy generalizadas, por ejemplo en lo referente a la adquisición de bienes de consumo. A pesar de ello, en este hecho conviene tener en cuenta la publicidad, pero también que ésta se dirige hacia una masa, la cual, preexistente o no, ha sido homogenizada (por agentes externos) para poder medirse mejor.
En este sentido, es fácil apreciar que la ropa que viste la mayoría de las personas, en muchos casos es idéntica. Pero, y permitidme el chascarrilo, hay casos peores que este; si echamos un vistazo a los discos musicales, podremos ver, como antes Bisbal, y ahora probablemente el reguetón o algún estilo de similar factura técnica, copan las listas de ventas. Existen géneros musicales que, aún contando con músicos de mayor nivel entre sus filas, al ser minoritarios, para disfrutarlos es posible que requieran de una autenticidad que no pudiera encontrarse en el hombre – masa de Ortega.
Sin embargo, la visión de Ortega siempre fuerza a dividir a la sociedad en masa y minoría, lo que no tiene porque ser necesariamente así. No en todas las parcelas de la vida sería posible hablar de una masa preexistente, sino, probablemente concebida a posteriori como instrumento de poder. Por ejemplo, es obvio que los tertulianos de televisión son un buen ejemplo de aquel hombre – masa que abandona la fórmula del debate y busca imponer su opinión sin argumentos, pero no han aparecido de la nada, son una construcción que sirve a los partidos. La colectividad presente en las formas de organización humana no son per se masa, y no es necesaria ninguna minoría que las guíe, a no ser que una pequeña porción de personas se autoproclame como tal y absorba una función de liderazgo que podría no pertenecerles, ni ser necesaria.
Por todo ello, creo que sería posible advertir que el hombre – masa de Ortega existe actualmente, y probablemente el filósofo acertara en lo referente a su momento de aparición. No obstante, puede ser que su surgimiento fuera necesario para el poder, ya que, por aquel entonces, era inminente la proclamación del sufragio universal. Por ese motivo, es posible que Ortega acertara en el diagnóstico, pero que sea posible plantear una hipótesis distinta en lo concerniente a las causas de su aparición.
Para el filósofo las minorías son aquellos grupos o personas especialmente cualificados, mientras que las masas no contarían con cualificación alguna. Esta diferenciación puede llevar a pensar que Ortega esté catalogando a los obreros no cualificados como masa, pero en absoluto es así. El filósofo, como si nos hubiera leído el pensamiento, se apresura a aclarar que no se es “masa” por pertenecer a una clase social determinada. De hecho, una sola persona puede ser “masa”, siempre que ésta no tenga criterios propios, ni inquietudes, o como dice Ortega “que se sienta como todo el mundo”.
Asimismo, el nacimiento de este sujeto se remonta al siglo XIX, aunque su consolidación se produce en el XX, debido sobre todo a la mejora del nivel de vida; a la ausencia de impedimentos; o al hecho de que las condiciones materiales para esta vida costarán menos de conseguir. Un fenómeno que sobre todo para el pueblo llano no había sido así, ya que, para las personas pertenecientes a él, la vida consistía en limitaciones y obligaciones. A raíz de ello, surge la figura del “niño mimado”, quien es incapaz de valorar, en su justo contexto, los hechos que han hecho posibles las mejoras antes mencionadas, mientras a su vez no encuentra traba alguna a la hora de expandir sus deseos vitales.
Se puede decir algo más del hombre – masa, como que el hombre de ciencia, que cayera en lo que Ortega denominaba “especialismo”, también podía serlo. O que al predominar el hombre – masa en la sociedad, sobre todo en los países mediterráneos, la política pasa a ser una improvisación, careciendo ésta de cualquier proyecto de futuro (esto, sin duda, nos sonará familiar). Por último, es destacable que el hombre – masa se veía a sí mismo como perfecto, sin necesidad de mejorar. Esa creencia es lo que le hacía eludir los aprendizajes porque creía no necesitarlos, así que tampoco buscaba argumentar sus razones, sino solamente imponer sus opiniones.
En cualquier caso, Ortega ya se cuidó mucho de advertirnos que lo relacionado con este concepto no debía entenderse solamente en un sentido político, pues la vida abarca mucho más. Llegados hasta aquí, ¿sería posible responder afirmativamente al título del artículo? Veamos. En nuestra sociedad es habitual apreciar pautas de comportamiento muy generalizadas, por ejemplo en lo referente a la adquisición de bienes de consumo. A pesar de ello, en este hecho conviene tener en cuenta la publicidad, pero también que ésta se dirige hacia una masa, la cual, preexistente o no, ha sido homogenizada (por agentes externos) para poder medirse mejor.
En este sentido, es fácil apreciar que la ropa que viste la mayoría de las personas, en muchos casos es idéntica. Pero, y permitidme el chascarrilo, hay casos peores que este; si echamos un vistazo a los discos musicales, podremos ver, como antes Bisbal, y ahora probablemente el reguetón o algún estilo de similar factura técnica, copan las listas de ventas. Existen géneros musicales que, aún contando con músicos de mayor nivel entre sus filas, al ser minoritarios, para disfrutarlos es posible que requieran de una autenticidad que no pudiera encontrarse en el hombre – masa de Ortega.
Sin embargo, la visión de Ortega siempre fuerza a dividir a la sociedad en masa y minoría, lo que no tiene porque ser necesariamente así. No en todas las parcelas de la vida sería posible hablar de una masa preexistente, sino, probablemente concebida a posteriori como instrumento de poder. Por ejemplo, es obvio que los tertulianos de televisión son un buen ejemplo de aquel hombre – masa que abandona la fórmula del debate y busca imponer su opinión sin argumentos, pero no han aparecido de la nada, son una construcción que sirve a los partidos. La colectividad presente en las formas de organización humana no son per se masa, y no es necesaria ninguna minoría que las guíe, a no ser que una pequeña porción de personas se autoproclame como tal y absorba una función de liderazgo que podría no pertenecerles, ni ser necesaria.
Por todo ello, creo que sería posible advertir que el hombre – masa de Ortega existe actualmente, y probablemente el filósofo acertara en lo referente a su momento de aparición. No obstante, puede ser que su surgimiento fuera necesario para el poder, ya que, por aquel entonces, era inminente la proclamación del sufragio universal. Por ese motivo, es posible que Ortega acertara en el diagnóstico, pero que sea posible plantear una hipótesis distinta en lo concerniente a las causas de su aparición.
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