Más allá del Muro

Es habitual ver a tertulianos y políticos celebrar, con inusitada costumbre, las vísperas de los aniversarios de la caída del Muro de Berlín. De esa manera, se establece una clara relación: la caída del muro simboliza la caída del comunismo. Eso, en cierta medida, puede ser cierto, ya que supuso el final del declive de un cierto tipo de gobierno comunista en un momento determinado. Así que, como dicen que el comunismo es totalitario parecen alegrarse de que ahora esas personas vivan en libertad y armonía. ¿Debemos, por tanto, entender filantropía en sus actos? En política la neutralidad no existe, pues su meta es el logro de objetivos. Partiendo de esa base, cabría preguntarse: ¿qué intereses podrían haber en la celebración de la caída del Muro de Berlín?

Para responder a esa pregunta, es necesario aportar unas pinceladas históricas. En 1945 los occidentales devastaron innecesariamente la ciudad alemana de Dresden, sabiendo que quedaba cerca de la influencia soviética. Al acabar la guerra, la Alemania que quedó bajo la influencia occidental era la que se hallaba en mejor estado y con más recursos. Incluso EE.UU. al abandonar Turingia y Sajonia, que correspondían a la zona soviética, se llevaron unos 10.000 vagones con material por valor de 400 – 500 millones de dólares, así como gran cantidad de oro. Ese hecho implicó que las dos Alemanias partieran de situaciones desiguales.

Posteriormente, los EE.UU. llegaron incluso a llevar a cabo actos de colaboración con Reinhard Gehlen, un criminal de guerra que fue jefe de los servicios secretos nazis en el frente ruso, condecorado en su día por Hitler. Además, otros tantos antiguos nazis ocuparon cargos relevantes en la RFA. En el terreno económico la democracias occidentales tuvieron especial interés en que la RFA fuera un referente europeo que pudiera ser un freno importante al comunismo. Por ese motivo se llegó al Acuerdo de Londres del 27 de febrero de 1953, que estableció todas las medidas necesarias para que la RFA despuntara a nivel económico. Es obvio que es una estrategia legítima, pero nuevamente quedan patentes las intenciones.

El resto de la historia es conocida: la RDA fue anexionada por la RFA, y es que los habitantes de la Alemania Oriental nunca votaron la Constitución de la Alemania Occidental. La RDA del pleno empleo terminó por caer, como también lo hizo el muro. De este modo, las empresas estatales de la RDA, a través de la Treuhand, fueron vendidas a privilegiados grupos empresariales del oeste, con la consecuencia de dejar sin trabajo a más de 3 millones de personas. Estos datos no suelen ser recordados, ya que se ha construido un relato en el que lo que ha venido, después de la caída del muro, ha sido indiscutiblemente bueno.


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