¿La transversalidad en auge? Análisis del nuevo modelo de partido


Es conocido que la mayoría de las personas tienden hacia ideologías moderadas, de hecho las encuestas de ubicación ideológica del CIS, se formulan invitándose a situarse en una escala del 1 (extrema izquierda) al 10 (extrema derecha), para evitar que alguien se sitúe justo en el centro[1]. Aunque los indicadores de izquierda – derecha sigan teniendo utilidad, lo cierto es que como reclamo electoral no están atravesando su mejor momento. Tanto es así, que fuerzas políticas como Podemos o Ciudadanos, declaradamente transversales, ya han alcanzado especial relevancia en el panorama político español.

Este nuevo modo de presentar los partidos políticos, en el que la distinción izquierda – derecha queda relegada a un segundo plano, parece la evolución natural del clásico modelo de partido catch – all. Aquella concepción de partido “atrapalotodo”, se distinguió de su antecesor, el partido de masas, por su función marcadamente electoral, en la que la ideología se relajaba para atraer a un mayor número de votantes. Pese a ello, sus programas electorales armaban un “todo”, guardando en conjunto cierta armonía ideológica. En formaciones de este tipo, sus posturas económicas están, en mayor o menor medida, en sintonía con sus propuestas de políticas sociales.


Entonces, ¿qué ocurre en formaciones transversales? Que los cuatro ejes principales (cleavages) que componen una ideología (clase social -economía-, idea de nación, dicotomía religión/Estado, postura campo/ciudad) pueden determinarse de forma independiente. Aunque la realidad se suele presentar con matices, en teoría un partido tradicional de izquierdas, normalmente apostaría por una economía intervencionista, dirigida a corregir las desigualdades; mientras que en su discurso primaría, como elemento movilizador, el concepto de clase frente al de nación. Por el contrario, en un partido transversal, esta relación entre cleavages, no tiene porqué darse.


A pesar de todo, no son partidos desideologizados, puesto que su ideología se desprende del conjunto de sus propuestas. En cambio, identificar esta ideología en los términos clásicos izquierda – derecha, se hace más difícil, ya que los distintos puntos de su programa no reproducen las secuencias habituales. ¿Qué implicación tiene esto? En principio, dado que las ideologías clásicas están muy asentadas, estos partidos podrían haber sufrido ciertas carencias identitarias. No obstante, un nuevo escenario político, marcado por innumerables casos de corrupción y la falta de medidas para atajar la crisis, ha dinamitado la confianza en los partidos tradicionales. En consecuencia, ha sido posible reelaborar las condiciones de la política, dando cabida a nuevas identidades partidistas en las que la ideología sea un elemento mucho más secundario.


Esta nueva forma de plantear la ideología no es ni mejor ni peor, de hecho este tipo de partidos se sienten sumamente cómodos bajo estas premisas. La ventaja principal es su mayor capacidad de adaptación frente un escenario que puede cambiar rápidamente. Sin embargo, los partidos tradicionales no comprenden cómo pueden perder votantes en favor de estas nuevas organizaciones, y reaccionan mostrándose más “ideologizados” que nunca, cuando este método puede ya no funcionar como antes. Por consiguiente, la diferencia es sobre todo ideológica, no necesariamente organizacional, puesto que el fin de cualquier partido político es la obtención del poder.




[1] Tanto un 5 como en un 6 implicaría decantarse por una izquierda moderada o una derecha moderada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario